En el silencio de una pista de doma, donde cada movimiento es una conversación entre el jinete y su caballo, una amazona uruguaya cabalga con una determinación que va más allá de lo deportivo. Se llama Alfonsina Maldonado, y su historia no comienza en un podio ni en una caballeriza lujosa, sino en la sala de emergencias de un hospital, donde a los seis meses de edad, la vida le propinó su primera gran batalla.
Un accidente doméstico la dejó con quemaduras de primer grado y la pérdida total de su mano izquierda. Pasó 32 días en coma. Muchos pensaron que no sobreviviría. Pero Alfonsina no solo vivió: decidió montar.
Desde niña encontró en los caballos algo más que un pasatiempo: encontró libertad. Una libertad sin etiquetas, sin límites, sin excusas. Su pasión por la equitación la llevó a Europa, donde trabajó duro en yeguadas, aprendió de los mejores y conoció a Fandango, el caballo con el que soñó alcanzar los Juegos Olímpicos.
Aunque no logró clasificar a Londres 2012, no se rindió. El verdadero salto lo daría cuatro años después, cuando se convirtió en la primera atleta uruguaya en competir en unos Juegos Paralímpicos en la disciplina de doma clásica, representando a Uruguay en Río 2016.
“El caballo no te juzga”, ha dicho. Y tal vez por eso, cada vez que Alfonsina entra a la pista, lo hace con una serenidad que conmueve. Porque en cada paso, en cada trote, hay una historia de dolor transformado en propósito.
Hoy, además de ser jinete profesional, Alfonsina recorre el mundo como conferencista motivacional y escritora. Su libro “El desafío de vivir” es una carta abierta a todos los que sienten que no pueden más. En sus páginas, como en la pista, deja claro que el coraje no es ausencia de miedo, sino la decisión de cabalgar a pesar de él.
Su historia no es solo una lección de vida: es un recordatorio de lo que el mundo ecuestre representa. Disciplina, entrega, conexión y, sobre todo, valentía. Esa valentía que no se mide en medallas, sino en la capacidad de levantarse una y otra vez, como Alfonsina, con el alma firme y el corazón galopando.