El enduro ecuestre más que una simple competencia, es entre otras una experiencia que combina esfuerzo físico, conexión con los caballos, y la oportunidad de conocer personas y lugares de diferentes rincones del mundo. Este fin de semana, tuve la suerte de vivir unos días increíbles gracias a mi amigo Miguel González, quien me invitó a participar en una carrera de 100 km (1* FEI) en Tapalpa, Jalisco, en su yegua Laia. Miguel es el jefe de equipo de Pio Endurance México y sin duda uno de los propulsores de este deporte en el país. Además su familia y su equipo se encargaron de adoptarme, consentirme, alimentarme y apoyarme de una manera muy especial. Sin equipo, en este deporte, no somos nadie.
Los Reflejos, a un par de horas de Guadalajara, fue el lugar de encuentro de la última competencia del año de Endurance México. A pesar de que el clima estuvo frío al principio e hicimos los primeros 5km totalmente a oscuras, la neblina fue subiendo poco a poco dejando ver el amanecer y al fondo el Nevado de Colima. El recorrido, fue dentro de un predio privado, siendo privilegiado por no tener cruces con carros y motos y tener terrenos blandos, pocas piedras y potreros con vistas muy bonitas. Además se cruzaban 3 o 4 riachuelos que eran un punto de hidratación perfecto y natural para los caballos cuando ya el clima estaba bastante caliente.
En mi categoría, tuve el privilegio de competir junto a mi amiga María Gameros, quien viajó 8 horas en carretera para unirse a la competencia. También estaban Rodrigo, el hijo de Miguel, y su super yegua Linda, Aranza jinete top de adiestramiento y que poco a poco arma su camino en el endurance, completando su primera competencia FEI 1* con un primer lugar y Enrique Partida, organizador de la competencia. Este fue un lugar de encuentro de los miembros de la delegación mexicana y parte de la colombiana del Panamericano 2023, con quienes compartimos una amistad que se fue forjando lentamente. El podio lo completamos con 1,2,3 del equipo Pio Endurance en México.
A parte de la emoción de completar una vez más 100km, fue muy bonito encontrar en la competencia jinetes experimentados y novatos, entre ellos, varias niñas que competían en sus primeras carreras de 20 y 40 km. Por ejemplo, Mati, una colombiana con mucha determinación, con temas de conversación infinitos con su caballo y muchas familias alrededor del deporte. La competencia no solo fue una carrera de enduro, sino también un evento lleno de comida deliciosa, trofeos con esculturas de artistas importantes Tapatios, música en vivo de un saxofonista, y una fiesta bailable con Macarena y Mayonesa.
Me queda claro que, como en Colombia, Endurance México tiene un gran recorrido por delante, muchos desafíos sin duda, para seguir poniendo sus jinetes en importantes lugares a nivel mundial y que sólo con la unión de todos sus participantes llegarán más lejos. Quedo con muchas ganas de volver, de seguir compitiendo en lugares tranquilos, con paisajes tan increíbles y de seguir galopando por la vida rodeada de los amigos que el enduro me entrega.